Tung plasmará reflexiones y pensamientos personales con el fin de que amigos, amigas y familiares puedan participar, responder y discutir lo que se tercie.



























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    28.2.06

    RELATO: EL EXPERIMENTO


    EL EXPERIMENTO


    En cinco minutos se iniciará el experimento. Es curioso como es la vida. Vivimos matándonos los unos a los otros y resulta que se presenta aquí esta empresa proponiendo una extraña reconciliación momentánea. Al parecer antes de entrar en el banquete nos darán una bebida a cada individuo de la familia, una bebida experimental que según ellos, eliminará por completo nuestras tensiones y roces. Cosa inverosímil.
    Hoy se casan Juanjo y Almudena. Por la familia de Junajo no hay ningún tipo de problema, todos ellos se llevan muy bien y no hay roces. Por parte de nuestra familia, la de Almudena, no existe relación. De hecho se cortó hace tiempo de manera muy abrupta y sórdida. Nos llevamos a matar y no es para menos.
    Esteban el padre de Almudena, vendió la parte que le correspondía de la herencia de su madre a un constructor de métodos no muy ortodoxos. Durante unos cuatro años el constructor ha estado haciendo la vida imposible al resto de hermanos para forzar ventas. Ha ido consiguiendo su objetivo en mayor o menor medida. Aquello que antes fue unión, hoy es odio.
    Por otra parte, Marta, prima de Almudena, está en tratamiento psicológico por el intento de violación de su primo José Manuel, y ambos con sus respectivas parejas van a ir a la boda. La familia está dividida en muchas partes y por diversos motivos, el experimento va a ser un fracaso, ese es mi vaticinio.
    Yo, para pasar un tanto desapercibido, voy a hacer las veces de fotógrafo, estando por todas partes pero en ninguna en concreto, espero que la lente de mi cámara me mantenga al margen de todo.
    Estoy sentado en una sala previa a la reunión de toda la familia. Estoy a solas y en breve me traerán un vaso del dichoso experimento. Me han pedido que escriba unas líneas antes de empezar, y al terminar. Al parecer es el protocolo que deberán seguir todos los participantes en el experimento. Reproches, dolor, amor, cariño, sentimientos defraudados, pasiones rotas, crecer, desilusionar, llorar, padecer, iras fraternales, miedo al agresor, al agresor con el que creciste y jugaste, odio al traidor, al traidor con el que creciste y jugaste… Inverosímil. Se me antoja literalmente imposible olvidar y superar todos esos sentimientos existentes entre nosotros.
    Carlos.
    (Cinco horas más tarde)
    Sencillamente no me importa nada. Después de lo que he visto hoy, sencillamente no me importa. No ha pasado absolutamente nada. Es más, nos hemos divertido juntos. No, no nos hemos divertido, ha sido más que eso, nos hemos querido hasta más no poder. Como si nada hubiese pasado, se ha reído, llorado, abrazado, bailado, comido, bebido, hablado, mirado, sentido, besado, hemos entrado directamente en los sentimientos de los unos y los otros, y ha sido sorprendente no encontrar ni rastro de rencores ni odios. Inverosímil.
    Marta ha sacado a bailar a José Manuel, y éste no ha perdido en ningún momento una cortina cristalina en su mirada a punto de explotar en lágrimas. Toda la familia ha permanecido petrificada ante el baile. Marta sonreía a la vez que llevaba el paso del baile, pues él, a penas daba pie con bola. El caso es que cuando terminaron el primer baile, ni ella ni él tenían en la mente lo que en el pasado sucedió. Durante unas horas, los malos sucesos pasados han desaparecido, se han borrado misteriosamente de nuestras cabezas. No podíamos dejar de sentirnos unidos los unos a los otros, de querernos. Los hay que al ver el talante de la reunión, la voluntad de querer, de solucionar, de superar, se han sentido muy tocados por los remordimientos de sus actos pasados, pero paradójicamente, les ha durado increíblemente poco, pues al igual que los que querían perdonar han olvidado lo que había que perdonar, los que tenían que lamentar, también han olvidado el qué lamentar. Una especie de vaciado cerebral nos ha hecho sobrepasar todos esos baches. Sólo se me ocurre que de algún modo hemos retrocedido en el tiempo, al tiempo en donde nada de eso había sucedido, donde los sentimientos eran muy puros, a la infancia quizás. Pero retroceder a ese modo de ser, retroceder a ese modo de mirar, retroceder a ese modo de perdonar, si no hubiésemos pasado por este misterioso experimento, hubiese sido más propio del desgaste, del cansancio, del miedo a morir, de la vejez. Es muy posible que en algunos casos ni tan siguiera eso, posiblemente habrían sido casos absolutamente irreconciliables e imperdonables. Habríamos muerto de viejos sin haber experimentado estas sensaciones. Pero lo que no entiendo es… si para darse la situación que hoy hemos vivido, hubiese tenido que darse una situación extrema, en la cual el temor obligara de algún modo a mirar hacia delante y no hacia atrás… ¿Por qué entonces no lo hemos hecho antes?, ¿por qué nos hemos perdonado y querido tan irremediablemente?, ¿la bebida del experimento realmente ha tenido algo que ver?…
    Pienso que acumular todos esos sentimientos no ha sido más que envejecer, y la verdad es que al final moriré de igual modo. De alguna manera reunirnos, mirarnos a la cara, ojo con ojo (como Marta y José Manuel) ha sido un gran paso para poder perdonar y librar los sentimientos pesados y grotescos de nuestro interior, tanto del que puso la daga como los del que la padeció. Un sentimiento grotesco para mí no es más que aquel que es constantemente alimentado por su dueño, alimentado para no morir.
    Concluyo que no quiero llegar a los ochenta años y pensar “si hubiese perdonado con cuarenta… me habría ahorrado estos cuarenta años de amargue”.
    Que experimento más curioso.
    Carlos.



    Luisão.
    Relato corto.
    Ávila, 28 de febrero de 2006.

    10:51 p. m.

    1 Comments:

    Anonymous Anónimo said...

    La verdad, me ha encantado, creo que nos cargamos a las espaldas mas cosas de las que en realidad podemos y debemos soportar, la vida ha de ser otra cosa, debería ser facil olvidar y todas esas cosas pues hay recuerdos que en vez de hacernos evolucionar producen todo lo contrario y nos obliga a vivir en un ayer tan amargo que hace que nos olvidemos de vivir el hoy. eso debe ser la vida un vaciado de los recuerdos amargos y un presente que se beba con sorbitos pequeños. Un besito LUis. Laura.

    2:14 p. m.

     

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